“La función, la función muy seria del racismo es la distracción. Te impide en hacer tu trabajo. Te mantiene explicando, una y otra vez, tu razón de existir. Alguien te dice que no tienes idioma, así que pasa 20 años demostrando que sí. Alguien te dice que tienes la cabeza deformada, así que consigues científicos para demostrar que no. Alguien te dice que no tienes arte, así que lo desentierras. Alguien te dice que no tienes reinos, as que los desentierras. Nada de eso es necesario. Siempre habrá una cosa más”. Estas palabras de Toni Morrison capturan perfectamente lo inútil que es intentar legitimar las prácticas lingüísticas del estigma racial, como el Lenguaje Negro de Señas Americano (Black American Sign Language – BASL) o el Inglés Vernáculo Afroamericano (African American Vernacular English – AAVE), ambos estigmatizados en los E.E.U.U. La exposición de Morrison es fundamental para mi propio análisis, lo cual señala como las prácticas lingüísticas de hablantes de ambas formas lingüísticas son sistemáticamente estigmatizadas, independientemente de la medida en que cada variación lingüística corresponde a normas estandarizadas.
El Inglés Vernáculo Afroamericano, a veces llamado el ‘inglés negro,’ se refiere específicamente a una forma vernácula usada principalmente por afroamericanos de clase trabajadora. Incluye marcadores lingüísticos y fonéticos como la eliminación de la copula, referencias culturales y una variedad de marcadores de aspecto y tiempo verbal distintos. Tanto los estadounidenses negros como los estadounidenses no negros usan, adoptan y ejecutan el inglés negro. Considerablemente, el inglés negro funciona como una característica racial entre los estadounidenses negros que sugiere tanto lo extranjero como la familiaridad en un contexto americano.
De una manera similar, las características lingüísticas de la variedad entre el Lenguaje de Señas Americano (American Sign Language – ASL) que la gente llama el ‘ASL negro’ incluyen diferencias concretas y mensurables comparadas con otras formas de ASL. Estas diferencias incluyen señales de mano, señales no manuales, estructura de palabras, movimientos, elección de signos, sintaxis y patrones rítmicos en los signos.
Los informes anecdóticos de la gente que usa el ASL negro notan que tiene un componente de “matón” o “callejero” (Bayley et al 2017). Estos adjetivos familiares también se han utilizado para describir el Inglés Vernáculo Afroamericano, pero hay poca evidencia de que las mismas características lingüísticas que forman parte de “una manera negra de hacer señas” puedan ser identificadas en las características lingüísticas del Inglés Vernáculo Afroamericano (AAVE).
Es cierto que al nivel léxico, la evidencia sugiere que el vocabulario del ‘ASL negro’ incluye expresiones tomadas de AAVE como DANG (“te entiendo” o “es cierto”) y GIRL PLEASE (Hill 2012). Sin embargo, para la comunidad estadounidense de personas sordas, estas expresiones forman parte del inglés convencional (Bayley et al 2017). Es decir, no se percibe que esas expresiones constituyan una “forma negra” del inglés en particular, sino que se consideran simplemente como partes del inglés americano estándar.
Frente a la falta de similitud léxica entre AAVE y BASL, el hecho curioso que ambas formas de comunicación sean descritas como “amatonados” o “callejeros” es menos una función de las características lingüísticas de cada forma de comunicación, y más una función de la raza asociada con los hablantes de cada idioma. Nos da evidencia fuerte de cómo las formas lingüísticas negras se estigmatizan socialmente.
El surgimiento del ASL negro en sí mismo es un testimonio del papel de la raza en la formación y conceptualización del acento en los EE. UU, tanto como de los efectos duraderos de las decisiones políticas. Las posibilidades para la educación formal de los estadounidenses sordos blancos comenzaron en 1817 en Hartford, Connecticut, con el establecimiento de la Escuela Estadounidense para Sordos (American School of the Deaf). Mientras tanto, la educación de los estadounidenses negros sordos no comenzó hasta 1865, después de la Guerra Civil (Van Cleve & Crouch 1989).
Antes de la decisión histórica de Brown vs. Board of Education, diecisiete estados en los E.E.U.U. tenían sistemas de educación pública que requerían que los estudiantes blancos y negros fueran separados en recibir enseñanza. Aunque no es fundamental para mi argumento, es importante señalar aquí el papel que desempeñaron los estadounidenses negros sordos en la lucha contra la discriminación racial. En 1952, antes del fallo del Tribunal Supremo de Brown vs. Board, Louise Burrell Miller y otros demandaron a la Junta de Educación de Washington, D.C. para que los niños afroamericanos sordos fueran educados dentro del Distrito y ganaron (Historical Marker Database 2016). A pesar de la victoria de Miller, la segregación histórica mantiene su marca en las prácticas lingüísticas de los estadounidenses sordos blancos y negros.
El método oral de instrucción, que se consideraba superior en ese momento, estaba bien establecido en las escuelas blancas, pero no se extendió a los estudiantes negros de las escuelas negras. Esto significó que los estadounidenses sordos negros tenían acceso a la instrucción de ASL cuando sus pares blancos no lo tenían. Como señala Douglas Baynton en “Forbidden Signs: Cultura Americana y la Campaña Contra el Lenguaje de Señas (American Culture and the Campaign Against Sign Language)”, “El resultado irónico de esta política de discriminación puede haber sido que los afroamericanos sordos del sur, a pesar de la insuficiencia crónica de fondos de sus escuelas, recibieron una mejor educación que la mayoría de los estudiantes sordos blancos ” (80). Las dos comunidades lingüísticas creadas por la segregación todavía existen y, aunque el ASL negro pueda estar más cerca de la forma estándar anterior de ASL, la versión de ASL utilizada por los estadounidenses sordos blancos se ha convertido en el dialecto de prestigio. Aunque Morrison advierte contra esto, los académicos han intentado establecer la legitimidad del ASL negro. Un estudio realizado por Robert Bayley, Joseph C. Hill, Carolyn McCaskill y Ceil Lucas concluyó que, “Los resultados del análisis multivariante muestran que, en varias dimensiones, el ASL negro, en particular el que usan la gente que fuere educada antes de la integración, se acerca más a la variedad estándar que se enseña en las clases de ASL y se utiliza en los diccionarios de ASL” (Bayley et al 2017).
A pesar de esta evidencia, mucha gente mayor que usa el ASL siente que la firma blanca es superior, lo que sugiere que los firmantes mayores han internalizado la racialización del ASL negro. Una usuaria de señas de Luisiana entrevistado para el estudio dijo que el ASL blanco era mejor porque “era difícil de entender” (Bayley et al 2017). Ella sintió que, si era difícil de entender, entonces tenía que ser mejor. Una interpretación sociolingüística de la noción de esta usuaria en particular señala interpretaciones más amplias y racializadas del comportamiento comunicativo negro.
En un video con más de 300,000 vistas, el YouTuber Deafinitely Dope realiza una interpretación en Lenguaje de Señas Americano (ASL) de la canción exitosa de DMX, “How’s It Going Down”. Los comentarios sobre el video son abrumadoramente positivos, con muchos comentaristas elogiando el video y solicitando interpretaciones de otras canciones populares. Sin embargo, surge un patrón peculiar al desplazarse hacia abajo en la sección de comentarios. “Es casi como si estuviera lanzando señas de pandillas”, escribe el usuario elryck94. Otro usuario con el nombre “djdestroyer” escribe: “Me sorprende que las pandillas no lo estén reclutando solo por sus habilidades de señas”. Los matices raciales de estos comentarios no son precisamente sutiles.
En el medio social más amplio, los afroamericanos a menudo son retratados y estereotipados como miembros de pandillas. Al ser un hombre negro y elegir interpretar una canción de rap, Deafinitely Dope (cuyo nombre real es Matt Maxey) se ha alineado automáticamente con el estereotipo de miembro de una pandilla. Su video y los comentarios que siguen subrayan la fascinación particular de la sociedad estadounidense con el lenguaje negro y el comportamiento comunicativo, ambos que a menudo han sido objetos de un escrutinio extremo.
Este artículo no desperdicia ninguna energía tratando de desafiar las perspectivas negativas del comportamiento comunicativo negro. Como sugiere Morrison, es improductivo tratar de refutar las afirmaciones de deficiencia con suficiente evidencia científica. En cambio, al prestar atención a algunos de los procesos sociales e históricos que estructuran la racialización del idioma negro a través de diferentes formas de comunicación, esta pieza espera alentar a los lectores a reorientar sus energías hacia el aprendizaje del Lenguaje de Señas Americano, reflejar sobre sus propias prácticas lingüísticas y cuidadosamente considerar sus interpretaciones de los medios que consumen.
Translator’s Note by Mariel Montero, ’21
I did not know a lot about the variations and characteristics of sign language in the United States. I learned a lot through translating this article, but it also made me want to know a lot more about variations between Spanish Sign Language in Spain vs. parts of Latin America. I also started thinking about how practices of translation and interpretation apply to signed languages, not just oral ones (which is what the discipline tends to focus on).
No sabía mucho sobre las variaciones y características del lenguaje de señas en los Estados Unidos. Aprendí mucho en traducir este artículo, pero ahora también quiero saber mucho más sobre las variaciones entre el lenguaje de señas español en España comparado con partes de América Latina. También comencé a pensar en cómo las prácticas de traducción e interpretación se aplican a las lenguas de señas, no solo a los idiomas orales (que es en lo que tiende a enfocarse la disciplina).